I Congreso Mundial Sionista. El camino hacia el control del mundo

2 ago 15. No existe una conspiración judeo-masónica sino una toma de control y de manipulación hacia los judíos por una facción de psicópatas y asesinos, cuyo origen está en el Cáucaso, que crearon el movimiento sionista del cual la población judía es víctima, al igual que el resto del mundo porque estos sionistas copan todo el poder económico, político y militar en el mundo occidental. Y la masonería es uno de sus instrumentos, y estos, los sionistas, son el instrumento de otros. Basta con repasar los nombres de banqueros, empresarios, especuladores... para comprobar el origen común de todos ellos.

Todo comenzó por estas fechas de finales del siglo XIX. En la medida que nuestro tiempo nos permita transcribiremos las 25 directivas difundidas en este primer congreso donde el ideólogo sionista Theodor Herzl marcó a sus huestes las pautas a seguir para apoderarse del control del mundo. Conforme avancen en estas directivas, usted lector se dará cuenta de que estas pautas se están cumpliendo y se verá familiarizado cuando compruebe que a su alrededor el mundo está tal como lo diseñaron estos psicópatas sionistas.

Theodor Herlz
Es Theodor Herzl quien leyó las siguientes 24 directivas en el Congreso Mundial Judío celebrado en Basilea en 189?, ante representantes de toda la judería, que luego se darían a la tarea de llevarlo a la ejecución.
La traducción es hecha según los apuntes tomados durante aquel Congreso y por eso el lector no debe esperar una exposición literaria.
Estudiemos con gran cuidado el texto de cada directiva; así nos explicaremos multitud de cuestiones y realidades del mundo actual, cuyos móviles no se conocen todavía.


DIRECTIVA Nº 1

Apartemos las fraseologías y estudiemos una por una, cada idea, aclarando la situación por comparaciones y silogismos.
Presentaré nuestro sistema por nuestro punto de vista y el punto de vista de los cristianos.
Tenemos que hacer constar desde el principio que los hombres que tienen instintos malos son mucho más numerosos que los de instintos buenos.

Por esta causa, alguien logra obtener mucho mejores resulte gobernando a la humanidad por la fuerza y el terror, que por académicas.

Cada hombre desea el Poder. Cada uno busca hacerse dictador si puede, y por eso son pocos los que no están decididos en cualquier momento a sacrificar todos los bienes de los demás, para asegurar lo suyo. ¿Qué es lo que ha frenado a estas fieras salvajes, que, nosotros llaman/os hombres? ¿Qué les ha guiado hasta ahora?

En los comienzos del orden público, los hombres se han sometido a la fuerza ciega y animálica, y luego, más tarde, a la ley que en realidad ella misma no es otra cosa que la fuerza, pero transformada.
De eso, yo saco la conclusión, que de acuerdo con la ley de la naturaleza, la justicia se encuentra siempre en el poder, en la fuerza.
La libertad política es una idea y de ningún modo una cosa palpable.
Alguien tiene que saber especular esta idea. Entonces es cuando tiene la necesidad de atraer a las masas populares a su partido, por la atracción de una idea, si este partido se ha propuesto como fin la destrucción completa del partido rival (o sea el grupo) que ejerce el poder.

Este problema se realiza fácilmente si el adversario del Partido en el Poder (que ejercita el poder estatal), posee esta fuerza que deriva de la idea de libertad, fuerza que nosotros llamamos liberalismo.
Y aquí aparece el triunfo de nuestra teoría.
Los frenos debilitados del Poder de un Gobierno, se arrancan inmediatamente, de sus manos, por otras manos, en el nombré de la ley de la existencia, porque la fuerza ciega del pueblo no puede quedarse ni un solo día sin gobernante y también porque el nuevo gobierno no hace otra cosa que ocupar el sitio del anterior enfermado y consumido por el liberalismo.

En nuestros días, el poder del oro ha reemplazado al poder de los gobiernos liberales. Existió un tiempo en el cual gobernaba la fe en la libertad pero este tiempo ha pasado ya. La idea de la libertad es irrealizable, porque nadie sabe aprovecharse de esta libertad en la medida necesaria.

Es suficiente que alguien dejase al pueblo que se autogobierne por algún tiempo, para que esta autonomía se transforme inmediatamente en anarquía, y entonces empiezan las luchas civiles internas, que destruyen a los estados.

Si un estado se debilita por luchas y disturbios políticos o por divergencias internas, entonces queda a merced de su enemigo exterior y puede ser considerado como perdido para siempre.

En este caos (el Estado respectivo), cae en nuestro poder, porque-la ayuda del capital que está por entero en nuestras manos, le aparece' como un bote de salvación del cual, de buena o de mala gana, tiene que agarrarse para no hundirse.

Preguntaría a aquél cuya alma liberal lo empujaría a calificar nuestros pensamientos como inmorales:

Si cada Estado tiene dos enemigos y si le está permitido emplear contra su enemigo del exterior todas sus fuerzas de combate, como por ejemplo: no divulgarle sus medios de ataque y de defensa, atacarle por sorpresa durante la noche o atacarle con fuerzas superiores ¿por qué se llamarían estos medios fuera de la ley o inmorales, si serían lanzados contra un enemigo más peligroso todavía, que pudiera destrozar el orden público interno y la propiedad (del Estado)?

Una mente equilibrada debe esperar (saber), que puede dirigir con éxito a las multitudes por la sumisión de éstas y por propuestas que parezcan justas, aunque este camino esté abierto a contradicciones o no sea permitido. Baste solamente que este camino parezca justo al pueblo, que se da cuenta de todo solamente de un modo superficial.

Los hombres pertenecientes a la masa o no, están guiados únicamente por sus pequeñas pasiones, por sus defectos, sus costumbres, tradiciones y sus teorías sentimentales. Ellos son los esclavos de las divisiones de partidos políticos, partidos a los cuales aun del más lógico entendimiento, ellos (los hombres) se oponen.

El pueblo, por desconocimiento de los secretos políticos, toma siempre decisiones erróneas. Una especie de anarquía destruye al gobierno incapaz, elegido por el mismo (por el pueblo).

La política no tiene nada común con la moral. El gobierno que se deja guiar por la moral no es político y en consecuencia su poder es fácil de destruir.

Aquel que quiere sobregobernar, tiene que ser muy astuto —hipócrita—. Las grandes cualidades populares: sinceridad y honradez, son defectos en la política.

Estas cualidades derriban a los reyes de sus tronos, mucho más fácil que el más fuerte enemigo, y ellos tienen que existir solamente en los estados cristianos.

Nosotros no estamos de ningún modo obligados a aceptarlas como guía. Nuestro fin es poner la mano sobre el poder y retenerlo. La palabra justicia es una idea confusa, que nada puede justificarla. Esta palabra significa: 'Dame a mí lo que yo deseo, para que os pueda demostrar de este modo que yo soy más fuerte que vosotros'.

¿Dónde empieza y dónde acaba la justicia?
En un Estado cuyo poder está mal organizado, cuyas leyes y gobierno han llegado a ser iguales para todos, por causa de los demasiados derechos, que han sido creados por el liberalismo, yo (el judío) veo que tengo que llegar al poder en virtud de la ley del más fuerte; que me imponga sobre las leyes: que derribe todo y que me haga el amo de los que han abandonado los derechos que le estaban concedidos por su Poder.

Debido a la existencia de la inestabilidad de las fuerzas políticas nuestro Poder será el más duradero, puesto que será invencible, hasta el momento en que arraigue tan fuertemente, que no podrá ser derribado después por ninguna estratagema.

Del mal real que estamos obligados a hacer ahora, nacerá el bien de un gobierno nuestro (de los judíos), inquebrantable, que implantará el funcionamiento normal del mecanismo de nuestra existencia nacional.

El resultado justificará los medios que emplearemos.
¡Seamos menos atentos al bien y a la moral, en la ejecución de nuestros planes, que a lo útil y lo necesario!

Tenemos delante de nosotros el plan en el cual está desarrollada de un modo estratégico la línea de la cual no nos podemos apartar sin el riesgo de ver destruidos nuestros esfuerzos de muchos siglos.

Para encontrar los medios que llevan a la realización de este fin, debemos tener en cuenta el temor, la inestabilidad y la importancia de las multitudes; para apreciar y comprender las condiciones de este modo de vida, ofrecido por nosotros y sus propiedades.

Tenemos que comprender que el poder de las multitudes es ciego experiencia. La masa sin experiencia. La masa no piensa —no razona—, sino que se deja guiar por lo que oye a su derecha y a su izquierda.

El ciego que guía a otro ciego, no puede evitar llevarlo al abismo. De-este modo, los hombros de la masa, o sea los que proceden del pueblo, aunque dotados de una inteligencia algo más aguda, no pueden pretender dirigir al pueblo, sin destruir la nación entera, porque no entienden nada ríe política.

Sólo una persona preparada ya desde su infancia para el gobierno puede conocer la dialéctica y la realidad política.

Un pueblo autogobernado, es decir, gobernado por los gobernantes escogidos por d -mismo, está destinado a la destrucción, a causa de las disensiones entre éstos, disensiones que son provocadas por la sed del poder y a causa de las anomalías y las inestabilidades provocadas por estas divergencias.

¿Es posible que ¡as masas populares piensen en calma y sin ser divididas por adversidades interiores y apoyen a la dirección (Gobierno) de los asuntos del Estado, asuntos que no pueden ser mezclados con sus intereses personales?

Pueden ellos defenderse de los enemigos de fuera: Eso es imposible, porque su plan de defensa, que está dividido en tantas cabezas, cuantas tiene la propia multitud, pierde su unidad, y se vuelve irreconocible e irrealizable.

Sólo el gobernante tiene la posibilidad de crear planes amplios y claros y asignar a cada cosa su debido lugar en el mecanismo gubernamental.

Afirmamos que un gobierno útil al Estado y capaz de llegar al fin que se propone, está obligado a ser concentrado en manos de una sola persona responsable. Sin el gobierno absoluto, la civilización no puede existir. Aquél, no es obra de los pueblos, sino de sus gobernantes, cualquiera que sea él.

La multitud es bárbara y muestra esta barbarie en cualquier ocasión. Si la multitud recibe la libertad en sus manos, la transformará muy de prisa en anarquía, que es el más alto estado de barbarie.

¡Observad a estos animales cristianos, borrachos de alcohol y bestializados por la bebida ilimitada a la que se les ha concedido el derecho, al mismo tiempo que la libertad!

No podemos permitir que los nuestros caigan en este estado.

Los pueblos cristianos se han bestializado a causa de las bebidas alcohólicas. Su juventud ha sido imbecilizada por las enseñanzas clásicas y la depravación y corrupción precoces en las cuales las han empujado nuestros agentes, como:
profesores de casa, servidumbre, mujeres niñeras, nuestros funcionarios de todas partes y nuestras mujeres, colocadas en lugares de diversión de los cristianos.

Al número de estas últimas (—nuestras mujeres—), tenemos que añadir a las "mujeres de sociedad" que imitan con buena lid la lujuria y los amores sensuales de nuestras mujeres.

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